¿Te preocupas demasiado?
Advierto que soy la persona menos indicada para dar consejos a este respecto. Infinidad de veces me han dicho, con razón, que yo me preocupo demasiado.
Dicho esto, recientemente aprendí una lección en brazos de un amigo muy querido, sorprendentemente maduro para su edad. Para hacer la historia corta, de un minuto al siguiente me vi abrumado por el pasado, el presente y el futuro, mi vida, mis relaciones y el mundo que se va a acabar.
Ojalá pudiera recordar las palabras exactas que usó mi amigo, pero en concreto me enseñó que los problemas son mucho más simples de lo que parecen. Que mientras tengamos comida y techo y nos queramos unos a los otros el resto de cosas carece de importancia.
Pero no es que “no nos importe”. Por supuesto que tenemos sueños y ambiciones, cosas que quisiéramos hacer y cosas que quisiéramos dejar de hacer. Pero preocuparnos no resuelve nada. Basta con buscar caminos alternativos y seguirlos, sin llorar por lo que pudo ser y no fue, sin ambicionar lo que podría ser pero aún no es. Y quizás lo más importante, sin recriminarnos por no poder cambiar el pasado.
Mi amigo al que quiero mucho me enseñó también hace tiempo que hay que aprender a vivir con la realidad y no negarla. Yo cometí un error y quería volver el tiempo atrás, él simplemente me dijo “hay que vivir con lo que se tiene”.
(Suena muy parecido al pan nuestro de cada día, pero hoy no me voy a meter en eso).
Una persona normal que hubiera visto la escena habría pensado que las cosas se habían acabado y que nada podría ser peor. Meses más tarde creo que aquél error se convirtió en en cimiento de algo mejor que lo que podría haber sido si se hubiera construido sobre un sueño falso.
Lo que quiero decir y seguramente no se entiende, es que todas las cosas “malas” que creemos que nos pasan no son más que realidades que hay que aprender a aceptar para construir sobre ellas. Los ingenieros dicen “debajo del concreto hay tierra” (suena más grosero en inglés), y eso expresa bastante bien cómo la realidad, por grande y hermosa que sea, está construida sobre una base de desechos, cascajo y uno que otro cementerio indio.
Te digo, amable e inexistente lector, pero me lo digo más a mí mismo: Deja de preocuparte por todo lo malo que haces. Encima de ese cascajo vas a construir tu edificio.