Si los números existen, Dios también.
Estaba viendo este video de Numberphile
cuando me dí cuenta que los números y Dios existen en el mismo universo.
No pretendo discutir el tema de los números, que Numberphile lo hace mucho mejor que yo. El asunto es que, desde el punto de vista de un objeto que ha de ser contado, el número no existe ni tiene forma de probar que existe. Por ejemplo, supongamos que en determinada cuenta usted yo yo somos el número 7 y 8, respectivamente. La “existencia” de esos números no nos afecta a nosotros en lo más mínimo. Igual podríamos ser el 200 y el 348 y seguiríamos siendo exactamente las mismas personas. El número que nos identifica es tan universal e invisible como Dios. Nosotros, como objetos de esa cuenta, somos incapaces de verlos.
Sin embargo, ningún científico respetable le dirá a usted que los números no existen. Es más, el número que nos fue asignado sí nos afecta directamente, si por ejemplo, se trata de nuestro turno en la carnicería. No es el mismo ser 7 que 8, ni 200 que 348. Pero para que ese número tenga sentido y podamos operar con él, se requiere un agente externo que nos diga “eres el 7”. Mientras eso no ocurra, la fila de la carnicería nos parecerá que está ordenada al azar y que los actos matemáticos son producto de la casualidad y no de un diseño inteligente.
Tratándose de Dios, la ciencia teológica lamentablemente no es tan exacta como las matemáticas. Y es que aunque se nos haya revelado que estamos en la fila de una carnicería, nuestra visión de la fila está limitada al alcance de nuestros sentidos, a nuestro tiempo y nuestro espacio, y aunque creamos por fe que la fila va así y que eventualmente nos tocará nuestro turno, no tenemos “evidencia” para demostrarlo.
La existencia de Dios es tan improbable como la existencia de los números, que también, como Dios, son invisibles, infinitos, eternos e inmutables.
¿Cuántos números cuatro caben bailando en la cabeza de un alfiler? Todo depende de cuánto espacio les dejen los ángeles que estaban bailando allí antes.