Cómo ordenar la locura, desde el punto de vista de un pollo.
El profesor Salvatore Torquato (en serio, ese es su nombre, pueden googlearlo) de la Universidad de Princeton fue el primero en descubrir que los ojos de los pollos están “uniformemente hiperordenados”.
La uniformidad hiperordenada es un estado de la materia que de cerca parece, pero de lejos no es. Es decir, de cerca es opaco, de lejos es transparente. De cerca se mira desordenado, de lejos se mira ordenado. Como mi cuarto, digamos, pero con la diferencia que hay que estar muy lejos para decir que está ordenado.
A usted y a mí nos puede valer madre la uniformidad hiperordenada, pero a los pollos no. Porque resulta que los pollos, a diferencia de nosotros, distinguen cuatro colores. En lugar del RGB nuestro, los pollos también distinguen el violeta y tienen un sensor adicional para captar la intensidad de la luz.
Con tanto relajo en los ojos, no hay Dios que sea capaz de ordenar los conos y bastoncitos del ojo de un pollo, a no ser que sea a través de la uniformidad hiperordenada. Es decir, viene el diablo y tira allí dentro cinco tipos de sensores y que baje Dios y que lo vea.
El pollo, más listo que nosotros, no se deja que todos los sensores del violeta se acumulen de un lado del ojo y los del rojo del otro, sino los “desordena hiperordenadamente”. Visto de cerca es un caos, pero visto de lejos, los conos están perfectamente distribuidos en el ojo.
¿Y cómo lo logra? Con una sola ley simple: “que no se junten los iguales”. Así nomás, cada cono tiene la orden de no dejar que a la par suya se ponga otro igual. Venga tu, verde, vete pa’llá que ya aquí yo estoy captando ese color, payaso. Tu, rojo, vente conmigo. Y azul, y violeta y sensor de luz. Todos pa’cá.
Así de primas a primeras, cada cono se hace de sus amigos DIFERENTES y no hay otro igual cerca. ¿Y qué pasa con el rojo? Lo mismo. Que cerca del rojo no hay otro rojo. Tan fácil como parece, de un plumazo todos los conos que aparentemente habían caído allí al azar, se distribuyen perfectamente sobre la superficie de la retina del pollo en una hiperuniformidad desordenada.
Si usted es como yo y no le gusta el ojo del pollo ni siquiera frito, me preguntará ¿y a mí qué coño me importa el ojo del pollo? Pues nada, que si a usted le toca ordenar gente, puede lograr una hiperuniformidad con el simple expediente de no dejar que se junten los iguales.
En lugar de seguir el clásico “los nenes con los nenes” que al final da por resultado un merengue de negros, usted le pide a su gente que busque al más opuesto posible para trabajar con él.
En publicidad lo tenemos muy fácil. Hay redactores y diseñadores, contadores y planificadores de medios, community managers y mensajeros. En lugar de hacer un cuarto para los mensajeros y otro para los diseñadores, exíjales que no se junten con su propia chusma sino que obligatoriamente se relacionen con los que nada que ver.
A esto en los 90’s se le llamaba “célula”, en los 80’s eran “duplas”. Hoy les podemos llamar “ojo de pollo” si a usted le parece. En lugar de permitir que los diseñadores se junten y confabulen contra los de medios -que todo hay que decirlo, son unos cuadrados intransigentes que no entienden de publicidad-, se le obliga al redactor que se ponga de acuerdo con el community manager. Tómate esa. “Pero es que no me llevo con los millenials” Tu problema, mamaíta, mirá cómo aprendés.
El resultado inmediato es que tienes en tu oficina una serie de equipos sólidos y poderosos, capaces de “captar” cualquier cosa y generar soluciones que pueden ser de ATL, de digital, de BTL o de pachanga con coca y ron. Porque no están limitados a ver un solo color, sino perciben todo el espectro lumínico y más allá. Entienden de presupuestos, de timetables, de redacción, de tendencias, de bachata y chachachá. No se limitan a decir “es que no se puede”, sino le encuentran el modo a como dé lugar. Por el simple y sencillo expediente de que no compiten uno con otro, sino cada mico en su columpio, lo tuyo es tuyo, lo mío es mío y lo de aquél también.
Yo lo veo todo desde el punto de vista de la publicidad, pero estoy seguro que funciona en todos los ámbitos de la vida. De un equipo de vendedores, que no todos sean parlanchines ni todos taciturnos. Uno de cada y a correr. Entre más variedad, mejor. Y si se pelean dentre déllos, mejor. “Anda tu, que yo no soporto a las viejas”. “Esta déjamela que me la como completa”.
Si estas en el aula, no dejes que todos los altos hagan el equipo de básket y los gorditos sean porteros de fútbol. Un varejón a la defensa del fut y un chaparrito para driblear en el basket. Te parecerá al principio que es un relajo, pero en la distancia verás que evitas el bulling, el gordito se la pasa bomba siendo delantero y en general todos se divierten y aprenden mucho que para eso están en el cole.
¿Te animas a ordenar? Sólo eso: que no haigan dos iguales juntos. Y nos divertimos como pollos en corral.