¿Qué es una indulgencia?
Literalmente, indulgencia es un perdón. Alguien te ofende y “muestras indulgencia” con su falta y se la perdonas.
Dios, siendo infinitamente amoroso e infinitamente justo, da a cada quien lo que se merece. Si la paga del pecado es muerte, por cada pecado que cometemos nos merecemos morir una vez. Cuente sus pecados y verá cuántas muertes tiene merecidas. Los condenados al infierno sufren “la muerte eterna”, porque mueren eternamente, por pecar sin arrepentirse jamás.
Los demás, los que nos arrepentimos y tratamos de mejorar nuestra vida TAMBIÉN nos merecemos la muerte. Pero Dios en su infinito amor murió por nosotros y ya no tenemos que sufrir la muerte eterna. ¿Pero que pasa con nuestras faltas? ¿No importan? ¿Podemos pecar sin límites porque el perdón de Dios no tiene límites? La lógica más básica nos dice que eso no puede ser así de parte de un Dios que es justo. Tiene que existir un castigo para los malos y un premio para los buenos.
Ese castigo muchas veces lo sufrimos en vida. Por emborracharnos sufrimos al día siguiente, por derrochar nos quedamos sin qué comer, por la infidelidad perdemos nuestra familia. Pero a veces nuestros males son tan grandes que no da tiempo en esta vida para repararlo y para eso existe el purgatorio: un lugar para “purgar” las penas y poder pasar a la vida eterna y el gozo eterno.
Pero digamos que mi hijo se muere y yo que lo amo tanto no quiero que sufra en la otra vida. Voy con Dios y le digo: “Salva a mi hijo del sufrimiento y yo me ofrezco a sufrir por él”. Dios es justo y no va a permitir que dos sufran por el pecado de uno y acepta el trato. Cada vez que sufrimos, ofrecemos el sufrimiento por la salvación de las almas del purgatorio, para que sufran menos. Ningún sacrificio es poco, ningún dolor queda sin recompensa.
Más de 6000 santos han hecho eso durante toda su vida. Sufrir por los demás. Y suman ese sacrificio al sacrificio infinito de Cristo en la cruz, dando por resultado un banco sin límites de sacrificios por las almas que sufren en el purgatorio. Para los condenados al infierno no hay esperanza, porque ellos mismos renunciaron a la esperanza. Pero para los que están en el purgatorio sobra sacrificio, basta con pedirlo para aplicarlo a las penas propias y las ajenas.
¿Cómo se recibe una indulgencia? Es imposible comprarla, ningún dinero en el mundo bastaría para recibirla. Hay que pedirla.
Podríamos pedirla directamente a Dios, y de hecho así se hace constantemente. Pero nosotros mismos necesitamos, para nuestra paz interior, saber que la hemos obtenido. Por eso la Iglesia ha establecido un procedimiento que “garantiza” por así decirlo, la obtención de la indulgencia. El procedimiento es siempre igual: Confesión, Misa y Comunión. Cada una tiene su propio procedimiento que no hace falta detallar, pero si se cumple en las fechas y lugares que la Iglesia señala, podemos estar seguros de haberla obtenido.
La indulgencia de la Porcíuncula es aplicar este procedimiento, entre el 1 de agosto a medio día y el 9 de agosto siguiente, en cualquier templo franciscano o catedral. O en cualquier iglesia, si no se puede acudir a los otros. No es la única que existe. En Guatemala se puede obtener indulgencia, siguiendo el procedimiento, cualquier día del año en la Basílica del Santo Rosario (Santo Domingo) . Se le llama “indulgencia plenaria” porque vale por el total de penas temporales a las que nos hemos hecho merecedores hasta la fecha. Las penas eternas no son sujetas de indulgencia, sólo las temporales.
Siendo tan fácil lograrlo, ¿por qué no la pedimos y nos evitamos el sufrimiento para después de morir? Creo que la mayoría no lo hace por ignorancia. Yo trato de hacerlo cada vez que puedo. Incluso en esta vida, vale la pena.