No es “qué harías” sino “qué haces”
Si te pregunto ¿qué harías si fueras presidente? seguro se te ocurren cientos de ideas que ninguno de esos inútiles está haciendo. Ya habrías firmado la paz mundial, eliminado la contaminación, reducido los impuestos y alimentado a los pobres; todo eso en la primera semana de tu gestión.
Pero si te pregunto ¿qué haces desde tu puesto? las ideas ya no fluyen con tanta facilidad, ¿no es cierto? Porque, que yo sepa, no has firmado la paz con el compañero que te cae mal, tu auto sigue echando humo, tu chequera no está balanceada y la última vez que diste de comer a un pobre fue a tu perro.
Nadie te va a juzgar por lo que harías si fueras Volodimir Zelenski. Nadie te va a pagar el sueldo del CEO de Coca Cola mientras no tengas ese puesto. Te van a juzgar por lo que haces con tu cubículo al final del pasillo y te van a pagar por lo que haces como operador de maquinaria número 3.
Por supuesto, no es tu culpa que haya guerra en Europa ni hambre en África. Estoy consciente que no te invitaron a la cumbre de la OTAN y que con tu sueldo das gracias a Dios que te alcanza para llegar al 27. Nadie te juzga por lo que no puedes hacer. Se te juzga y se te paga por lo que sí puedes hacer.
Imagínate por un momento que el mundo entero es una simulación creada sólo para ti. Con sus guerras, sus pobres, sus muertos, sus políticos y sus baches en las calles. Te han puesto en esta matrix con el único objetivo de ver qué harías desde el lugar menos indicado, con el puesto menos poderoso y los recursos más limitados. Enfrentado a un conflicto, ¿sacas las armas o firmas la paz? ¿Ensucias la calle o barres tu pedacito? ¿Compartes tu pan?
Quizás también debieras dar gracias a Dios que no te llaman Vladimir Putin. Porque estoy seguro que todo presidente llegó allí con la mejor de las intenciones, igual que tu. Pero no te vamos a juzgar por tus intenciones. Te vamos a juzgar por lo que haces.