Una compañía de gigantes
Contrario a la creencia popular, no soy demasiado inteligente. Ciertamente tengo buena memoria para ciertos datos, puedo establecer relaciones que la mayoría de gente no percibe, pero no sé cantar, no puedo dibujar una “O” con un canuto, no sé bailar y nunca tuve una novia en mi vida -con mi esposa nunca fuimos novios, una historia que algún día le contaré a mis nietos.
Pero al principio de mi carrera me encontré con una frase de David Ogilvy que hablaba sobre una compañía de gigantes. “Si contratas gente más pequeña que tu, tendrás una compañía de enanos”, decía Ogilvy.
Me gusta rodearme de personas que son mejores que yo. No tengo nada contra los que son menos hábiles, pero disfruto el reto que representa tratar de comprender lo que dice alguien que sabe más que yo, no importa de qué: de fútbol, de vino, de cocina… Para mí todo lo que me aporte valor es bueno y aunque mi limitado intelecto no sepa aprovecharlo, disfruto mucho, por ejemplo, las técnicas de venta del tendero de la esquina, me parece un tipo extraordinario y admirable.
Una de las cosas que reprocho a las redes sociales y a su vez a la sociedad de hoy, es que se han dedicado a crear “compañías de enanos”. Todo el mundo quiere ser “el número uno” de su grupo y ese número uno está tan limitado a cifras tan inconsecuentes como el número de fans o la cantidad de ceros en sus cheques, que se vuelve patético. Pero dar lástima no es importante, lo realmente triste es que la gente se encierra en postear la foto más bonita de sus hijos y se olvidan de que lo importante eran sus hijos y no la foto.
¿Qué se puede aprender de un fan? ¿Cuánto valor tiene en la inmensidad del tiempo que te hayan dado un “like” más? “El que quiera ser grande, que se haga pequeño”, dijo el Señor, y sí, ya sé que mis inexistentes lectores no son cristianos, pero la frase tiene sentido aunque no la hubiera dicho Dios. Si te quieres hacer grande, rodéate de grandes. No al revés.
Nos quejamos un día sí y al otro también del pésimo estado en el que está el mundo, de la falta de valores, del estado fallido, pero en el día a día la gente se consuela pensando que “no está tan mal, porque aquél está peor”. “Yo robo, pero el Presidente roba más”. “Yo fornico, pero hay peores”. Estamos creando un planeta de enanos.
Mientras me dirijo al inevitable final de mi existencia, cada día me cuesta más encontrar grandes a quiénes chuparle rueda. Pero los hay y los sigo encontrando. Mario, el tendero. Chus, la carnicera. Y tantos que no menciono por si algún día pasan por aquí.
A todos ellos les agradezco hacerme grande.