¿Cuántas veces te tengo que decir que no?
Uno de los mayores retos a los que me enfrento en mi trabajo diario, es el mal entendido “margen de error estadístico”.
Aunque en la mayoría de casos se esgime el margen de error como una justificación para no tomar una decisión, en algunos casos existe la seria duda de si se puede sacar una conclusión con un 6.93% de margen de error.
En realidad el asunto es muy simple: Cuando algo es obvio, no es necesario considerar el margen de error. Cuando algo es dudoso, seguirá siendo dudoso por pequeño que sea el margen de error.
Es por eso que es posible tomar decisiones con muestras muy pequeñas. Cuando una oferta es atractiva, se nota. Cuando no lo es, también se nota. Si usted tiene que recurrir al margen de error y hacer cábalas para decidir entre A y B, en realidad la respuesta es “da lo mismo” y su criterio es tan bueno como el de cualquiera.
Mucha gente se espanta cuando se da cuenta que la mayoría de medicinas sólo han sido probadas en diez o veinte pacientes antes de sacarlas al mercado. Pero es que si usted tiene en sus manos la cura contra el cáncer y ha visto que 20 personas se curan usando su hierba mágica… ¿qué razón tendría para hacer mil doscientas pruebas a doble ciego -potencialmente dejando morir a 1200 personas-, sólo para satisfacer el criterio del margen de error?
Es cierto que en mercadeo la mayoría de veces no ponemos en riesgo la vida de las personas, pero sí gastamos muchísimo dinero tratando de “asegurarnos” de tomar la decisión correcta. Se lo digo claramente: ninguna estadística sustituye el criterio comercial. Si la gente le ha dicho “no” diez veces seguidas, hágase un favor y no siga preguntando o al menos, no siga preguntando lo mismo.