¡Ay Dios Mío!
Reconozcamos una cosa: a nadie le gusta mezclar negocios y religión. Y es curioso, porque ambas cosas son parte inherente del hombre. Los mercadólogos se llenan la boca de hablar de lo bien que conocen a la gente, pero niegan su aspecto religioso como si no existiera, y al negarlo, pierden de vista el 50% de sus motivaciones y deseos.
Pongamos por ejemplo algo que está de moda: el trade marketing en el mercado tradicional. Un servidor vive a 40 metros de un mercado y está rodeado de seis panaderías, ocho tiendas, dos librerías, cuatro farmacias, un supermercado, un Pinulito, dos cantinas… bueno, ya se dan la idea. Pues bien: en la mayoría de tiendas no venden cigarrillos ni licores, porque son evangélicos. En la panadería más cercana me recibe la imagen del Divino Maestro. En el mercado cierran el día de la Santa Patrona -una que por cierto sólo aparece en los evangelios apócrifos- y la farmacia mejor surtida se llama “San José”. Ahora díganme que la religión no tiene nada que ver con el trade marketing.
Un vendedor rutero que pretendiera desconocer los valores religiosos de sus clientes, se tropezaría como una mosca contra un ventanal cada vez que saludara con un “¡Ave María Purísima!” a sus tenderos hermanos separados, o si quisiera llevarle el famoso calendario de la mujer semidesnuda al del taller mecánico (sí, también tengo dos de esos, se me había olvidado). Sin embargo, sus jefes los brand managers siguen navegando con anteojeras, asumiendo que “business is business”, que el dinero no huele y que la gente sólo sabe de porcentajes aunque no sepa leer ni escribir.
vivimos en un mundo artificial inventado por el marketing
Yo como servidor de los servidores del comercio, no puedo vestirme con pieles de camello y decirles a todos que el Reino está cerca. Por supuesto que en lo más profundo de mi mente siempre tomo en cuenta al Hombre como fin último y medida de todo lo que existe; pero sería bueno que los que presumen de saberlo todo empezaran a tomar en cuenta la mitad de lo que ignoran o pretenden ignorar: la religión forma parte fundamental del comercio. Y no estoy hablando sólo de estos países subdesarrollados y caricaturizados en las comedias norteamericanas. Vayan ustedes al corn belt en Estados Unidos, atrévanse a decir algo en contra de mái suít yísus y perpárense a salir corriendo perseguidos con escopetas. O si prefieren seguir viendo cómo sus ventas siguen cayendo y sus anuncios siguen perdiendo efectividad, quédense como están, muchas gracias y perdonen la impertinencia.