¿Vida real?
Técnicamente, la última frontera entre la realidad virtual y la “vida real” está únicamente en lo que comemos. Al nivel de la tecnología actual -y no digamos la futura- uno puede prácticamente vivir en The Matrix, conectado a unos tubos que lo alimenten y sin moverse de su asiento por toda la eternidad.
Me imagino que esta fue la última frontera que se les pudo ocurrir a los hermanos Wachowski, porque más allá de eso, las fronteras entre lo real y lo virtual están desapareciendo… en teoría. Pero ¿es así en la realidad?
En mi trabajo de todos los días, por muy “conectados” que estemos, las cosas no pasan hasta que no se hace una reunión “de verdad”, frente a frente, cara a cara, hablando persona con persona, de preferencia dándose la mano. Por mucho que se han implementado bancos en línea, las monedas y los billetes no han dejado de existir, al grado que en Suecia han obligado a los bancos a aceptarlos nuevamente.
No quiero meterme a honduras pensando si hay una diferencia real entre el sexo real y el virtual, pero sí puedo afirmar que, al menos desde mi punto de vista, me sigue gustando comer por la boca verduras que han sido cultivadas en la tierra. Cosas mías, no lo niego, pero me cuesta visualizar granjas de jugos nutritivos inyectables.
Pienso que hay aquí una frontera invisible que, por mucho que se desarrolle la virtualidad, los humanos seguiremos resistiéndonos a abandonar la “realidad”. Hasta allí, nada que objetar. La verdadera pregunta es: ¿qué perdemos si perdemos la realidad?
Estoy convencido que voy a ser la última persona en hacer una llamada de teléfono “de las de verdad”. Todos los que han abandonado el teléfono de voz en favor de la mensajería instantánea y los mensajes de voz han perdido algo en el proceso. No sé precisar qué, pero algo han perdido. Negocios, en muchos casos, pero eso es lo menos importante.
Por de pronto, los niños cada vez pierden su virginidad más pronto. Real o virtual, no sabemos, ya no importa saber. Y en la situación económica actual, pierden la esperanza antes que la virginidad, lo cual es aún más triste. En ese líquido en el que nos hará flotar The Matrix probablemente ya no se acostumbren las vitaminas y el calcio (¿huesos fuertes? ¿para qué? ¿pensabas caminar algún día?), el amor durará lo que duren las redes sociales y el concepto de eternidad será el tiempo que tarda en bajar un video.
Yo pienso que es perder mucho. Y no veo que estemos ganando mucho tampoco.