Ciclos

Foto de Pixabay

En febrero de 1999 me metí de cabeza en el mundo de la radio. Llevé un programa moribundo al número uno de audiencia y a convertirse en el principal centro de negocios de la empresa.

Hice lo mismo tres veces más, con el mismo equipo de gente, en el mismo horario, en diferentes estaciones. Nunca fui reconocido más allá de mi salario, no tengo ningún secreto para escribir un libro y exactamente 24 años más tarde salgo de este mundo quizás para siempre.

A pesar de todo, esta experiencia me enseñó más de dirección de lo que podría haber aprendido en cualquier curso o en cualquier libro. “Dirigir” un equipo sin tener ninguna autoridad sobre ellos es el reto más interesante que he tenido en mi vida. Gestos, palabras y silencios hacen más por un equipo que gritos, órdenes y políticas.

Me imagino que es así como Dios dirige nuestras vidas. Con más silencios que palabras, sin forzar nada, dejándonos decidir “por nosotros mismos”. Y siendo ignorado hasta por sus más grandes amigos.

La radio me enseñó lo que soy: un director sin batuta que conoce el poder de las frases cortas.

Sería demasiado presuntuoso decir que lo sé todo, pero también sería falsa modestia decir que no sé nada. Más veces de las que quisiera me sorprendo del alcance que puede tener una palabra bien pensada dicha en el momento justo. Ahora intento aprender el poder de guardar silencio.

Hace una semana empecé a ir con una psicóloga. Después de años de estar “ensayando” mi discurso para la terapia, decidí callarlo todo y decir lo mínimo. Para mi sorpresa, el resultado ha sido bueno. En vez de enfrentarme a una prolongada terapia sin resultados, la licenciada me planteó un sólo objetivo simple. No dije fácil, dije simple. Enfocarme en ese sólo objetivo ha causado más cambios en mi mente que hurgar en el subconsciente en busca de algo que quizás no esté allí.

Es curioso que sea exactamente lo mismo que recomendamos los publicistas a los anunciantes y lo que define un buen programa de radio. Una idea simple, aunque no sea fácil.

Quizás podría hacer una frase famosa con esta idea:

Si me quieres dirigir, dime a dónde ir, no cómo llegar

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