Letras ridículas… ¿o no?
“Beben y beben los peces en el río”. “La Virgen se está peinando”. “Oh, what fun it is to ride/In a one-horse open sleigh”.
¿Pueden ser más tontas e inconsecuentes las letras de los villancicos? Claro, eso parece. Pero quizás las estamos leyendo de la manera equivocada.
Cuando San Pedro, un hombre recio, pescador, que había andado con Cristo durante tres años, se enfrentó a Jesús transfigurado, Moisés y Elías, no pudo decir nada coherente. Se puso a pensar en chozas para quedarse en la punta de la montaña. Cuando el mismo Elías se vio frente al Trono de Dios no pudo decir nada, ni aunque le quemaron la lengua con un tizón.
Entonces, ¿qué diría usted si se enfrentara al Dios-Niño recostado en un pesebre? ¿Algún discurso hermoso, una teología bien pensada o alguna tontera de tipo “ropo pón pon”?
Yo no lo sé. Pero no me creo más que Elías y Pedro. Y dijo el Señor que el que no se haga como niño, no entrará al Reino de los Cielos. Así que creo que cuando me enfrente a las puertas doradas, si el Señor así lo quiere, con muchísima suerte podré decir “arre arre arre, arre burro arre”.
Y creo que Él estará muy feliz.