Mecánica cuántica y publicidad
Acaban de otorgarle el premio Nobel de física a Anton Zeilinger, Alain Aspect y John Clauser por demostrar que la realidad no existe hasta ser observada.
No tengo intención de refrutar la teoría, supongo que ellos saben más que yo de esto y quizás que yo sé más de publicidad que ellos. ¿Vale? Sigamos entonces.
Exactamente lo mismo pasa con el consumidor. El consumidor no existe hasta que no es observado. Se demuestra fácilmente. Usted mismo, va al supermercado sin una idea clara de qué va a comprar. Se coloca frente a la góndola y no es hasta que pone el objeto en su carrito (de hecho, hasta que lo paga) que se convierte en un consumidor de verdad. Hasta entonces usted no existe más que como un ente anodino que podría preferir salchichas sobre jamones y pasta sobre arroz. Pero en el momento que lo observamos poner el paquete en el carrito, usted se volvió un consumidor de arroz.
Esto explicaría de una manera mucho más contundente cómo funciona la publicidad.
Siempre hemos pensado en la publicidad como un estímulo del productor al consumidor al que el consumidor debe responder. Pero también y con mayor precisión podríamos considerarla un observador que convierte lo que no es consumidor en consumidor.
Esto explicaría con mayor razón por qué no siempre el estímulo creativo funciona, pero la frecuencia sí. La batalla por la mente podría ser irreal, pero la observación constante es real, tangible y medible. “Entre más personas observes, más consumidores convertirás”. Eso es una verdad incontrovertible en publicidad y en física cuántica (cambiando personas por partículas) y curiosamente, también explica por qué la publicidad a veces tiene resultados inesperados.
Las partículas cuánticas son capaces de comunicarse e influir más allá del tiempo y el espacio y los consumidores también. ¿Has notado como algo se pone de moda de repente, sin qué ni para qué? Sólo porque alguna persona, partícula o influencer se ha visto observada, ha convertido su comportamiento y lo ha transmitido a otros como un reguero de pólvora. Un salto cuántico, dirían los físicos.
Lo interesante de esta observación, es que la aplicación de la física cuántica está en el mundo de la comunicación. Los ordenadores cuánticos prometen realizar operaciones millones de veces más rápido que los ordenadores electrónicos tradicionales. ¿Podrá pasar lo mismo con una publicidad cuántica?
Es decir, que en lugar de seguir los canales tradicionales de comunicación, que equivaldrían a los circuitos integrados de la actualidad, inventáramos un canal cuántico de comunicación que a través de observación convirtiera personas en consumidores y estas viralizaran los resultados millones de veces más rápido que la publicidad tradicional.
Suena loco, pero igual de loco suena hoy un ordenador cuántico. En este momento ignoro cómo funciona un ordenador cuántico (que entiendo que ya existen) mucho menos puedo imaginarme cómo funcionaría la publicidad cuántica. Pero la teoría existe.